domingo, 15 de enero de 2017

EXPEDICIONES DE EXPLORACIÓN A ÁFRICA (S.XVIII-XIX).


    En el siglo XIX todavía quedaba mundo por descubrir y mapas por hacer. Sin embargo, en la segunda mitad de dicha centuria, exploradores europeos, impulsados por las Sociedades Geográficas, van a participar en numerosas expediciones que van a descubir territorios hasta entonces desconocidos.
    En el caso del continente africano, los europeos, a mediados del XIX, recorrieron el interior de África, hasta el momento descocida, allanando así el camino de la conquista y la colonización del continente.   
     Entre los exploradores más conocidos están Livingstone (1840-1873) y Stanley (1871-1877). La exploración de África va a recibir un gran impulso con David Livingstone, un misionero escocés, nacido en 1813, que se convirtió en explorador cuando intentaba ayudar y educar a las tribus africanas. 
    En 1849, Livingstone se unió a una expedición: descubrió así el lago Ngami y en 1853 remontó el río Zambeze.
    Tras marchas extenuantes se encontró ante unas grandiosas cataratas, a las que llamó Victoria en honor de la reina. En 1860 remontó el curso del Zambeze hasta donde el río dejaba de ser navegable, desde allí se dirigió al norte hasta alcanzar el gran lago Niassa.
    Entre noviembre de 1853 y mayo de 1856 completó uno de los viajes más asombrosos que haya realizado un ser humano. Atravesó África de costa a costa. Más de seis mil kilómetros de territorio inexplorado, sin medios de transporte, sin caminos, telégrafos o ninguna otra forma de comunicación con el mundo exterior. En 1855 descubrió y le puso nombre a las cataratas Victoria, hoy parte de la frontera entre Zimbabue y Zambia.

    El mundo entero estaba pendiente de sus aventuras, pero durante más de tres años no se tuvieron noticias suyas. En 1870, el New York Herald Tribune encargó al periodista Henry Stanley que viajara a África para encontrarlo. Livingstone y Stanley protagonizaron una de las anécdotas más conocidas de este periodo: 

   "En 1871 circuló la noticia de que el explorador Livingtone se había perdido en el África central, y Stanley parte en su búsqueda. Después de un largop recorrido y cuando se hallaba en el lago Tanganica, su ayudante africano se acercó gritando ¡un inglés!. En ese encuentro, Stanley pronunció su famosa frase, muestra de la flema británica: "Doctor Livingstone, supongo".
    Sin embargo no consiguió convencerle para que regresara y, tras aprovisionarlo, se separaron cada uno por su camino". 

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