miércoles, 5 de diciembre de 2012

LAS FÁBULAS DE SAMANIEGO E IRIARTE. LA ESPAÑA DE LA ILUSTRACIÓN. SIGLO XVIII.

    Una fábula es un pequeño relato didáctico, generalmente protagonizado por animales, con una enseñanza final llamada "moraleja". La fábula ofrece al lector consejos y enseñanzas morales.
    La tradición de la fábula se remonta a la Antigüedad clásica donde sobresalieron, entre otros, dos autores: el griego Esopo, que escribió entre los siglos VI-V a.C. y el macedonio Fedro, que desarrolló su labor en la Roma del siglo I d.C. 
    Fueron muchos los autores posteriores que los imitaron y que los tomaron como fuente de inspiración de sus escritos, sobre todo en el Renacimiento y, posteriormente, en en Neoclasicismo.
    La antigüedad de la fábula en España se remonta a los siglos XII y XIII, aunque será en el Siglo XVIII, en la época de la Ilustración y del Neoclasicismo, cuando va a florecer este género de la mano de dos escritores, Tomás de Iriarte (1750-1791) y Félix María de Samaniego (1745-1801), muy influenciados ambos por el poeta francés Jean de la Fontaine (1621-1695), que destacó un siglo antes que los españoles en el género de la fábula.
      Tomás de Iriarte nació en La Orotava (Tenerife) en 1750 y murió en Madrid en 1791. Fue traductor de la primera secretaría de Estado y archivero del Supremo Consejo de la Guerra. Además de las fábulas literarias escribió muchas otras obras e hizo bastantes traducciones del francés. También fue compositor. Utiliza sus fábulas para dictar normas que logren un buen estilo literario.


El burro flautista
La abeja y el cuclillo
El perro que suelta la presa


Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.

Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidad
por casualidad.

Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.

En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.

«¡Oh!, dijo el borrico,
qué bien sé tocar!
¿Y dirán que es mala
la música asnal?»


Sin reglas del arte
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.

Saliendo del colmenar,
dijo al Cuclillo la Abeja:
«Calla, porque no me deja
tu ingrata voz trabajar.
No hay ave tan fastidiosa
en el cantar como tú:
cucú, cucú y más cucú,
y sempre una misma cosa»

«¿Te cansa mi canto igual?

(el Cuclillo respondió).
Pues a fe que no hallo yo
variedad en tu panal.
Y pues que del propio modo
fabricas uno que ciento,
si yo nada nuevo invento,
en ti es viejísimo todo.»
A esto la abeja replica:

«En otra de utilidad,

la falta de variedad
no es lo que más perjudica;
pero en obra destinada
sólo al gusto y diversión,
si no es varia la invención,
todo lo demás es nada.»


En cierta ocasión un perro cruzaba un río.

Desde el puente, miró hacia abajo y en el agua vio reflejado el carnoso hueso que llevaba apretado entre sus propios dientes.
Sin pensarlo, soltó la presa que tenía y se lanzó al agua para apoderarse del hueso que vio en el agua.

A duras penas pudo salir, por poco termina ahogado ya que la corriente lo arrastró y se llevó con ella el hueso que tenía seguro entre sus dientes y nunca encontró la imagen que quiso rescatar.



Moraleja: no hay que despreciar lo seguro.


Moraleja: La variedad es requisito indispensable en las obras de gusto.


Moraleja: Sin reglas del arte, el que en algo acierta, acierta por casualidad.




El burro flautista de Tomás de Iriarte



    Samaniego nació en Laguardia (Álava) en 1745 y murió en el mismo pueblo en 1801. Estudió en Valladolid y viajó por Francia, cuya influencia se advierte en la única obra por la que lo conocemos: las Fábulas morales, 157 fábulas distribuidas en 9 libros, escritas para los alumnos del seminario de Vergara.
    Samaniego ridiculiza los defectos humanos en sus fábulas, imitando a los grandes fabulistas Fedro, Esopo y La Fontaine. Aunque las fábulas de Samaniego están escritas en verso, su carácter es prosaico, dados los asuntos que trata y su finalidad didáctica.

  

La cigarra  y la hormiga (Samaniego). Audiolibro. (4.05 min)



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