LA CIENCIA EN LA ÉPOCA DE LA ILUSTRACIÓN (S. XVIII)
El
movimiento científico iniciado por Newton y Leibniz
en el siglo XVII fue seguido en el S.XVIII con la aparición de grandes científicos y con el descubrimeinto de nuevos inventos.
La explotación de las
colonias americanas y asiáticas permitió que el nivel de vida y la comodidad
aumentaran, por lo menos para las clases media y superior. Parece extraño
reconocer que hasta principios del siglo XVIII no se generalizara el uso del
tenedor en la mesa, por ejemplo. Hasta entonces los alimentos sólidos se tomaban
con las manos o con el cuchillo.
La
sociedad europea gustó del tabaco, el café y el cacao. Es el tiempo del rapé,
del té, de las reuniones más o menos cortesanas, más o menos intelectuales, del
ingenio y de la sutileza. Habían sido derribadas muchas creencias y se toleraba
al hombre descreído e incluso al ateo. La Ciencia, con mayúscula, era el tema de
muchas conversaciones. La Tierra se había empequeñecido un poco, a pesar de
ensancharse considerablemente el mundo conocido. Los grandes viajes de que luego
se hablará dieron a conocer Australia, casi todas las islas del Pacífico, y se
abrieron los misterios de la India y el Extremo Oriente. Estos hechos produjeron
cierta desmoralización y un considerable escepticismo.
La moral y la fe se
vieron sustituidas por la Razón y la Ciencia, lo cual no impedía que se viviera
una existencia en algunos casos algo frívola. El refinamiento de las clases
altas, debilitado en gran manera el concepto cristiano de caridad, permitió que
fuese compatible con la miseria de las clases inferiores. Los primeros balbuceos
de la gran industria habían de aumentar las privaciones de los humildes.
Todos
estos hechos preparaban la revolución que tendría lugar en Francia a fines de
este siglo. El marqués de Laplace (1749-1827)
expuso su famosa teoría de la formación de los planetas, según la cual éstos se
habían originado al desprenderse sucesivamente de la masa solar en ignición y
dotada de un movimiento rotatorio.
Imagen: Marqués de Laplace
Edmundo Halley (1656-1742) fue un insigne astrónomo que estudió los cometas y dio nombre al más famoso de los que son periódicos. Bradley llegó a medir el diámetro de Venus. Herschell perfeccionó el telescopio y descubrió el planeta Urano.
Imagen: E. Halley
Las Matemáticas encotraron en Monge (1746-1818), creador de la Geometría Descriptiva, un gran continuador de Leibniz y Newton. Lagrange estudió la metafísica de las funciones; Euler perfeccionó el cálculo infinitesimal, y D’Alembert aplicó las Matemáticas a la Dinámica.
Imagen: Gaspard Monge
La Física experimentó un avance considerable. El termómetro se perfeccionó gracias a Farenheit, Réaumur y Celsius, que idearon tres escalas de valoraciones distintas.
En el siglo XVIII se realizan los primeros grandes experimentos para el estudio de la electricidad. Benjamín Franklin, que fue un gran político, filósofo y científico, distinguió la electricidad positiva y la negativa. Son famosos sus experimentos que le llevaron a la invención del pararrayos en 1752.
Imagen: Benjamin Franklin
Volta, siguiendo los experimentos de Galvani ideó la primera pila eléctrica compuesta de círculos de cinc y de cobre, aislados por un paño embebido en ácido sulfúrico diluido. Por el hecho de colocar los sucesivos discos metálicos uno encima de otro vino la denominación de <pila», con que aún se conoce.
Imagen: Alessandro Volta
Por fin, la Química, liberada completamente de la fase alquimista, encontró las primeras grandes figuras que le dieron una estructura científica. Boyle había explicado los cambios experimentados por los gases gracias a su constitución atómica. Antoine Lavoisier (1743-1794) descubrió y aisló el oxígeno y estudió la combustión. Según él, en el Universo «nada se crea ni nada se destruye, todo se transforma». Murió guillotinado por la Revolución Francesa, que no supo distinguir su condición de hombre de ciencia por encima de su título de nobleza.
Karl von Linneo (1707-1778) era sueco y fue llamado <el Newton de la Botánica». Su
aportación a las Ciencias Naturales fue la sistematización y ordenación de una
serie de conocimientos inconexos. En su clasificación botánica se basó en los
órganos reproductores de las plantas, en la flor y similares. Luego, tanto a
animales como a vegetales les dio un nombre genérico (<Canis», por ejemplo) y un
nombre especifico («Lupus»), que permiten reconocer cada especie (<Canis lupus»
sería el lobo).
El conde de Buffon (1707-1788) fue el director del Jardín Botánico de París. El fruto de sus largas observaciones sobre la vida y la clasificación de las plantas las reunió en 44 volúmenes titulados Historia Natural.
En
Medicina es notable la aparición de la vacuna. En 1796,
Edward Jenner (1749-1823), médico inglés, observó que los muchachos
dedicados a ordeñar vacas no sufrían los efectos de la viruela. En cambio, vio
que presentaban unas ulceraciones en la mano. Este hecho le llevó a descubrir la
inmunidad, es decir, que las ulceraciones casualmente provocadas en sus manos
creaban unas sustancias que una vez en la sangre constituían defensas contra la
viruela. De este modo se inició la vacunación que debía abrir grandes
perspectivas para la salud de la Humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario