En 1792, la Revolución Francesa estaba gravemente
amenazada. Tras meses de inestabilidad, amenazada por revueltas en el país y
por ejércitos extranjeros que atacaban a Francia desde todas las fronteras, los
Jacobinos dieron un golpe y se hicieron con el control de la Asamblea
Legislativa. El 20 de septiembre de 1792, la primera asamblea elegida por
sufragio universal masculino, la Convención Nacional, celebró su primera
sesión. Se abolió la monarquía y se aprobó una Constitución profundamente
liberal, aunque nunca entró en vigor debido al constante estado de excepción
del gobierno jacobino. Además, los Jacobinos se decidieron a eliminar todo
aquello que se considerara "viejo", "irracional" y "no
revolucionario".
Es comprensible así que bajo
esas circunstancias, el calendario, algo creado por un Papa, con cada día
dedicado a uno o varios santos, y que seguía normas irracionales, con meses
irregulares, semanas de siete días que no encajaban en los meses... fue pronto
considerado algo que se tenía que reformar. El Comité de Instrucción Pública
creó un subcomité formado por matemáticos, astrónomos y poetas encargado de
crear un nuevo calendario. La estructura y normas del calendario fueron
definidas por el político Charles Gilbert Romme, mientras que el poeta Fabre
d'Églantine inventó los nombres de los meses.
Era un calendario poético,
que recogía los ideales con los que había nacido la revolución, y lo
vinculaba con la naturaleza. Seguía manteniendo un año de 365 días, algo que
era lógico, y lo que se modificó fueron los meses, las semanas, y el inicio del
año.
Este calendario fue oficial de 1793,
año en que fue aprobado, a 1806, cuando Napoleón lo abolió, puesto que era
también una forma de reconciliarse con la Iglesia, devolviendo las fiestas
eclesiásticas que habían sido abolidas durante el periodo republicano
Los años se empezaban a contar a
partir del día de la proclamación de la I República francesa, esto es, el 22 de
septiembre de 1792, que coincidía, además, con el equinoccio de otoño. Ese era
el día, el 1 de Vendimiario, en que comenzaba el año nuevo francés, durante los
años en que estuvo en vigor.
El año se dividía en doce meses,
cada uno de treinta días. A cada mes se le dio un nombre poético, que tenía que
ver con las estaciones y las tareas del campo: Vendimiario (del 21 de
septiembre al 21 de octubre), Brumario (del 22 de octubre al 20 de
noviembre), Frimario (del 21 de noviembre al 20 de diciembre), Nivoso
(del 21 de diciembre al 19 de enero), Pluvioso (del 20 de enero al 18 de
febrero), Ventoso (del 19 de febrero al 20 de marzo), Germinal
(del 21 de marzo al 19 de abril), Floreal (del 20 de abril al 19 de
mayo), Pradial (del 20 de mayo al 18 de junio), Mesidor (del 19
de junio al 18 de julio), Termidor (del 19 de julio al 17 de agosto) y Fructidor
(del 18 de agosto al 16 de septiembre). Por tanto, de aquí vienen los famosos
golpes de Estado de Termidor, que puso fin al terror, y el de Brumario que dio
el consulado a Napoleón, así como también el de las protestas de Germinal y
Pradial, que se oponían al aumento de los precios.
Si cada mes tenía treinta días,
daba una suma al año de 360. Es por ello que se completaba el año con cinco
días sueltos, que se ponían al final de éste, o seis días, si se trataba de un
bisiesto. Estos días complementarios, también conocidos como Sans culottides,
los cuales eran días festivos, eran: Virtud (Fête de la Vertu), Genio (Fête du
Génie), Trabajo (Fête du Travail), Opinión (Fête de l’Opinion), Recompensas
(Fête des Récompenses). Correspondían con los días del 17 al 21 de septiembre.
Cada cuatro años, correspondiendo con el año bisiesto, se añadía después del
día de Recompensas, el día de la Gran fiesta de la Revolución (Fête de la
Révolution).
Por otra parte, cada mes de treinta
días se dividió en periodos de diez días, a modo de semanas, el cual recibió el
nombre de década, lo que recuerda, en parte, al antiguo calendario egipcio.
Cada día de la década recibía un nombre ordinal: primidí, duodí, tridí,
quaterdí, sextidí, septidí, octidí, novidí, decadí. Éste ultimo día era fiesta,
emulando al antiguo domingo. Además, como se suprimieron los santos
eclesiásticos, a cada día del año se lo vinculó con un animal, especia o
planta.
El calendario estuvo en vigor poco
tiempo, del 22 de septiembre de 1792 al 1 de enero de 1806. Pese a ello, su uso
fue poco corriente, la mayor parte de la población siguieron usando y guiándose
por el calendario gregoriano, en especial las décadas fueron poco aceptadas, y
la mayor parte del campesinado siguió usando la semana, ya que mediante este
sistema se trabajan seis días, y se descansaba uno, y mediante la década, se
trabajaban nueve y se descansaba uno, aunque la suma total de fiestas entre el
año calendario y gregoriano daba un número similar.
Elaboración propia
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