Una fábula es un pequeño relato didáctico, generalmente protagonizado por animales, con una enseñanza final llamada "moraleja". La fábula ofrece al lector consejos y enseñanzas morales.
La tradición de la fábula se remonta a la Antigüedad clásica donde sobresalieron, entre otros, dos autores: el griego Esopo, que escribió entre los siglos VI-V a.C. y el macedonio Fedro, que desarrolló su labor en la Roma del siglo I d.C.
Fueron muchos los autores posteriores que los imitaron y que los tomaron como fuente de inspiración de sus escritos, sobre todo en el Renacimiento y, posteriormente, en en Neoclasicismo.
La antigüedad de la fábula en España se remonta a los siglos
XII y XIII, aunque será en el Siglo XVIII, en la época de la Ilustración y del Neoclasicismo, cuando va a florecer este género de la mano de dos escritores, Tomás de Iriarte (1750-1791) y Félix María de Samaniego (1745-1801), muy influenciados ambos por el poeta francés Jean de la Fontaine (1621-1695), que destacó un siglo antes que los españoles en el género de la fábula.
Tomás de Iriarte nació en La Orotava (Tenerife) en 1750
y murió en Madrid en 1791. Fue traductor de la primera
secretaría de Estado y archivero del Supremo Consejo de
la Guerra. Además de las fábulas literarias escribió
muchas otras obras e hizo bastantes traducciones del
francés. También fue compositor. Utiliza sus fábulas
para dictar normas que logren un buen estilo literario.
El
burro flautista
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La abeja y el cuclillo
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El
perro que suelta la presa
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Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad. Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidad por casualidad. Acercóse a olerla el dicho animal, y dio un resoplido por casualidad. En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad. «¡Oh!, dijo el borrico, qué bien sé tocar! ¿Y dirán que es mala la música asnal?» Sin reglas del arte borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad. |
Saliendo del colmenar, dijo al Cuclillo la Abeja: «Calla, porque no me deja tu ingrata voz trabajar. No hay ave tan fastidiosa en el cantar como tú: cucú, cucú y más cucú, y sempre una misma cosa» «¿Te cansa mi canto igual? (el Cuclillo respondió). Pues a fe que no hallo yo variedad en tu panal. Y pues que del propio modo fabricas uno que ciento, si yo nada nuevo invento, en ti es viejísimo todo.» A esto la abeja replica: «En otra de utilidad, la falta de variedad no es lo que más perjudica; pero en obra destinada sólo al gusto y diversión, si no es varia la invención, todo lo demás es nada.» |
En cierta ocasión un perro cruzaba un río.
Desde el puente, miró hacia abajo y en el agua vio reflejado el carnoso hueso que llevaba apretado entre sus propios dientes.
Sin pensarlo, soltó la presa que tenía y se lanzó al
agua para apoderarse del hueso que vio en el agua.
A duras penas pudo salir, por poco termina ahogado
ya que la corriente lo arrastró y se llevó con ella el hueso que tenía seguro
entre sus dientes y nunca encontró la imagen que quiso rescatar.
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Moraleja: no
hay que despreciar lo seguro.
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Moraleja: La
variedad es requisito indispensable en las obras de gusto.
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Moraleja: Sin reglas del arte, el que en algo acierta, acierta
por casualidad.
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El burro flautista de Tomás de Iriarte
Samaniego nació en Laguardia (Álava) en 1745 y
murió en el mismo pueblo en 1801. Estudió en Valladolid
y viajó por Francia, cuya influencia se advierte en la
única obra por la que lo conocemos: las Fábulas
morales, 157 fábulas distribuidas en 9 libros, escritas
para los alumnos del seminario de Vergara.
Samaniego ridiculiza los defectos
humanos en sus fábulas, imitando a los grandes
fabulistas Fedro, Esopo y La Fontaine. Aunque las
fábulas de Samaniego están escritas en verso, su
carácter es prosaico, dados los asuntos que trata y su
finalidad didáctica.
La cigarra y la hormiga (Samaniego). Audiolibro. (4.05 min)
hola panaaaa
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